Los seres humanos deseamos ser felices, y a menudo creemos que nos lo impide la experiencia de sentir ansiedad, entendida como aquella inquietud o temor difuso, sin objeto y sin causa conocida por el sujeto que la siente.
Los seres humanos deseamos ser felices, y a menudo creemos que nos lo impide la experiencia de sentir ansiedad, entendida como aquella inquietud o temor difuso, sin objeto y sin causa conocida por el sujeto que la siente.
Cada individuo tiene un determinado tono emocional y vital a lo largo del día (la eutimia), que es susceptible de sufrir oscilaciones. Cuando este tono vital se eleva hablamos de euforia y cuando sufre un bajón se suele hablar de depresión.