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Ana Minieri Psicòloga i psicoterapeuta a Barcelona

”Més de trenta anys d’experiència en l’assistència i tractaments psicològics a Barcelona.”

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El desarrollo psicológico de un niño puede concebirse como un proceso lento de sucesivas adquisiciones cognitivas, motrices, perceptivas y, desde un punto de vista afectivo, como una gradual separación de la figura materna.

:OA lo largo de la evolución, el niño habrá de enfrentar y superar ansiedades desencadenadas por diferentes momentos críticos de separación: el destete, que supone perder una situación de alimentación familiar que el niño conoce y desea, y la aceptación de un nuevo alimento desconocido por él. La adquisición de la marcha, significa para él la posibilidad de alejarse y tomar distancia de la figura materna (sistema exploratorio, según Daniel Stern), así como volver a acercarse a ella si la necesita (sistema de apego, según Daniel Stern). La adquisición del lenguaje, que implica una suficiente capacidad de diferenciación y de simbolización, a partir de las cuales el niño ya podrá ejercitar su necesidad de expresar y comunicar sus deseos para que los otros, especialmente la madre, puedan entenderle.

La entrada a la guardería representa una nueva separación para el niño. Para poder valorar cual es el momento idóneo para que el niño inicie la guardería tendremos que considerar, no solo la edad, sino también una serie de condiciones que nos indiquen si tiene el nivel de maduración suficiente, para soportar la nueva situación de guardería como una experiencia que le sea provechosa.

JJ Following The Girls To School free creative commonsLa guardería será un lugar desconocido, donde el niño encontrará a otras personas también desconocidas, y donde tendrá que permanecer un tiempo; por tanto habrá de ser capaz de adaptarse a las exigencias de esta nueva situación. En primer lugar, el niño ha de tener adquirida la noción de permanencia del objeto, es decir, ha de ser capaz de recrear mentalmente la figura materna cuando ésta no se halla presente en la realidad, lo que es indicador de que tiene una capacidad de memoria suficientemente desarrollada. En segundo lugar, el niño ha de tener la suficiente capacidad simbólica que le permita abstraer algunas funciones maternas y recrearlas en la figura de la educadora. En tercer lugar, ha de tener un lenguaje bastante desarrollado para que le permita expresar o comunicar sus necesidades, lo mejor posible. En cuarto lugar, el niño ha de sentir un mínimo de interés y deseo de explorar lo desconocido para que no sea vivido como una situación amenazante para él, y de este modo poder desarrollar su creatividad a través del juego y la relación con los otros. Recordemos que una de las funciones básicas de la guardería es continuar el proceso de socialización del niño, iniciado previamente en la relación familiar.

En estas condiciones, suele ser frecuente que el niño ante la nueva situación manifieste ansiedad, ya sea a través del llanto, la pérdida del apetito, inquietud, pérdida del control de esfínteres, etcétera. Con estas reacciones de ansiedad el niño está expresando su capacidad de diferenciación; se está dando cuenta que está separado de la madre, que está en un espacio que no conoce y con personas desconocidas. Estas manifestaciones de ansiedad suelen remitir al cabo de pocas semanas, que es cuando el niño ya encuentra agradable la nueva situación. A veces sucede que el niño, cuando asiste por primera vez a la guardería, se muestra indiferente ante este cambio. Frecuentemente esta actitud es interpretada por los adultos como un signo de buena adaptación, cuando desde una perspectiva psicológica puede ser un indicador de inmadurez e indiferenciación del niño que, al igual que aquel otro niño que reacciona con intensas manifestaciones de ansiedad, nos estaría advirtiendo que la nueva situación le resulta excesivamente difícil de tolerar. En estos casos, lo más conveniente es retrasar durante un tiempo el inicio de la asistencia a la guardería.